28 de febrero de 2010

JUANITA EN COLOMBIA


















UN EJERCICIO DE INTERCULTURALIDAD

Soy Imanol Álvarez, estudiante de último curso de educación infantil, y animado por el congreso de creatividad celebrado en Barcelona decidí redactar una pequeña experiencia de interculturalidad mediante el juego que llevé a cabo este verano en unos campamentos.

El campamento, ubicado en Bilbao, estaba formado por 106 niños de entre 9 y 12 años para 10 monitores. Desde la dirección de la asociación que organizaba dicho campamento nos pedían lo que deseaban trabajar en cada uno de los días pero la programación de actividades corría a cargo nuestro, por lo que cuando nos pidieron trabajar la interculturalidad en un espacio de 90 minutos pensé que era una buena oportunidad, de las pocas que tengo todavía en realidad, de preparar un ejercicio de Filosofía para niños.

Durante los primeros 15 minutos los monitores llevaos a cabo tres representaciones muy cortas delante de todos los niños. En la primera, dos amigos descorchaban una botella de ron rellenando antes de empezar a beber el tapón y vertiendo su contenido al suelo; en la segunda un invitado mostraba su agradecimiento y aprobación al final de una comida eructando; y en la última una familia celebraba la nochevieja comiendo una cucharada de lentejas por cada campanada.

A continuación, y durante los siguientes 20 minutos, dividimos a los niños en los grupos de trabajo que utilizábamos habitualmente, de diez en diez y por edades. Cada monitor se sentó con su grupo en círculo y les hicimos tres preguntas acerca de los sketchs que habían presenciado: ¿Qué os ha parecido?, ¿Por qué pensáis que las personas de la representación han actuado de esa forma? y ¿Son comportamientos que habéis visto antes? Evidentemente, durante este pequeño diálogo pedimos a los niños que razonaran sus respuestas. Y los resultados fueron los esperados, los comportamientos que habían observado les resultaban extraños o reprobables. A la hora de formular hipótesis muchas y variadas…

Tras esto dividimos los pequeños grupos entres formando grupos de 3-4 niños y a cada uno le pedimos que desarrollara mediante un teatrillo muy corto una idea. Al primero le pedimos que representara la forma en la que rendimos homenaje a las personas queridas que están muertas; al segundo le pedimos que representara la forma que tenemos de dar las gracias por una comida a la que acudimos como invitados; al último de los grupos le pedimos que representara la forma en la que despedimos el año. Tenían diez minutos para prepararlo, tras lo cual utilizamos otros diez para que cada pequeño grupo representase su obra delante del grupo de diez. En el primer teatrillo los niños depositaron flores en una tumba, en el segundo agradecieron con pasteles la comida a la que habían sido invitados, y en el tercero se comieron las habituales uvas de nochevieja.

Al finalizar con esto volvimos a sentarnos en círculo y repetimos las mismas preguntas de antes. En esta ocasión las respuestas fueron totalmente distintas…las actitudes de las personas les parecían normales y sabían identificar perfectamente que es lo que había sucedido en cada sketch. Esta pequeña rueda de preguntas que duro 15 minutos dio paso al diálogo final.

Antes de iniciar este último diálogo, que duro 20 minutos, aclaramos a los niños que verter el primer tapón de una botella de ron es una tradición Cubana para honrar a los seres queridos muertos, que en varios países árabes el eructo es una forma de agradecer los alimentos en una casa ajena, y que en Italia celebran la nochevieja comiendo una cucharada de lentejas con cada campanada. Una vez dicho esto, formulamos dos preguntas: ¿Se expresan de forma distinta las cosas en las distintas culturas? y ¿Significa lo mismo una cosa en distintas culturas? Los niños pronto vieron la evidente relación entre los hechos observados que habíamos explicado y estas dos últimas preguntas. De este modo la respuesta unánime a las dos cuestiones fue negativa…

En términos generales creo que teniendo en cuenta del tiempo de que disponíamos la experiencia salió bastante bien. Está claro que son temas que necesitan un de un largo periodo de tiempo para trabajarlos con la solidez debida pero como ejercicio puntual que puede ser insertado en un programa mas amplio me pareció válido.

En cuanto a los errores cometidos fueron unos cuantos: después he sabido que en Italia se cenan lentejas (no se comen con cada campanada), y faltó un diálogo más profundo entre monitores después de la actividad para contrastar lo que había sucedido en cada grupo…pero me quedo con uno que realmente me desconcertó. A la hora de plantear ejercicios de Filosofía para niños es difícil buscar el equilibrio entre lo sugerido y lo explicito y en este caso decidí dar antes del último diálogo la información real que si bien propició un ejercicio redondo y mi satisfacción como educador…ahora pienso que lo condicionó demasiado. No se si esta información deberíamos haberla dado al final o simplemente no darla, pero creo que darla antes de las últimas dos preguntas fue un error. En fin, de todo se aprende.